Le Sacre du Printemps

Cuando escuché por primera vez conscientemente el ensayo de la Orquestra de la obra “Le Sacre” de Stravinsky era estudiante de ballet, pero perdí la primera puesta en escena. Estaba tan cautivado por los sonidos de la orquesta y por los bailarines de la Ópera de Leipzig, que el tono áspero del coreógrafo principal me hizo despertar bruscamente: ¿Dónde están los estudiantes de ballet? y subí corriendo al escenario.

Lo que me impresionó desde entonces fue esta intoxicación musical, salvaje, llena de disonancias que te atrapan. La música expresa algo, crea el ambiente de un nuevo comienzo.

En aquellos tiempos no sabía que habían estallado disturbios en el auditorio durante el estreno en 1913 en París. Grandioso. ¿Cuándo logra el arte una evocación espontánea con tales emociones? Se puede sentir aún su poder creativo.

La trama describe una consagración de primavera en la Rusia precristiana. Una mujer joven es sacrificada en beneficio de todos. Con su danza de la muerte, ella reconcilia al Dios de la primavera y consigue así la supervivencia de la comunidad. El clásico de Stravinsky trata de la resurrección de la naturaleza, de la renovación constante del mundo. Y los actores principales somos nosotros, la gente. 'La consagración de la primavera' recuerda que solo nosotros, los humanos, somos responsables de cómo convivimos.

Al igual que en la Rusia pagana, tomamos decisiones diarias acerca de cómo vamos a vivir como comunidad en el futuro. El arte es un medio que nos permite ver esta responsabilidad.
Dirk Lienig